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En 1894, los estudios de zoología en el
Estado, apenas comenzaban a ser punto de interés para sus mandatarios. Siendo
Bernardo Reyes
gobernador de Nuevo León, pide al Gral. Ponciano Cisneros
la localización y captura de una Ardilla Voladora; solicitud que aun hoy día
provoca curiosidad.
Frecuentemente Cisneros recorría
parajes tanto desérticos como montañosos, por lo que a juicio del gobernador
tendría buenas posibilidades de encontrar prontamente un ejemplar.
La Ardilla Voladora tiene membranas entre sus patas
anteriores y posteriores; al desplegarlas puede efectuar planeos prolongados,
pero no volar.
Es una especie protegida aunque no en peligro de extinción;
su origen es distante pero se le puede hallar en algunas regiones de la Sierra
Madre, ya que habita en los grandes árboles.

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